Érase una vez un niño que se llamaba Roki, y era en el siglo de los cavernícolas. Un día una familia lo encontró en la nieve congelado y el preguntó: ¿Pero en dónde estoy?” Le dijeron que en el siglo veintiuno. Él dijo: “Unos niños que están en ese bosque me tiraron algodón de azúcar en la cara, y en su tribu cuando le tiraban a alguien comida era para declarar la guerra”. Ellos le dijeron que no era así en el siglo veintiuno. Lo intentaron arreglar de manera pacífica y pidiendo ayuda a una persona mayor. Pero se encontraron con un señor loco que quería meter a Roki en un cubito de hielo para venderlo a un museo y hacerse rico. Pero no lo consiguió porque consiguieron escapar de él.
A
Roki no le gustaba ninguna comida del siglo veintiuno. Así que lo llevaron al
San Carrodio. Allí le encantó todo. El camarero le dijo “Vuelve cuando
quieras”.
Más
tarde Roki se fue al bosque y allí encontró una máquina del tiempo. Intento
arreglarla para poder irse a su siglo con sus hermanos. Cuando iba a salir de
la máquina vio que no había nadie y que se extinguieran todos, hasta los
dientes de sables. Entonces volvió al siglo veintiuno. Pensó que se quedaría en
este siglo. Ahora iba siempre al San Carrodio a comer.
Un
día, de repente, dijo: “¡Trompas de mamut!”, porque se lo estaba pasando muy
bien. El problema es que el señor loco sigue empeñado en que va a conseguir a
Roki. Por ahora no lo consiguió, y espero que nunca lo consiga…
Lolo
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