venres, 4 de xuño de 2021

El puente errante

En una aldea rodeada de un río y otras cinco aldeas, rodeadas también por el mismo río, había un niño que no podía hacer lo que quería, como ir a la escuela, jugar en un parque, asistir a fiestas… Porque en su aldea no había nada de eso, solo un mercado semanal, que era aburrido para él, y las otras cosas que quería hacer estaban en las otras aldeas. El río que divide las aldeas era demasiado caudaloso y rápido para poder pasar.
Un día de tormenta, cuando el niño estaba en su casa descansando, ya que la tormenta le estaba dando dolor de cabeza, empezó a oír unos pasos fuertes y estruendosos que no sabía de dónde venían y decidió meterse en la cama, pues estaba asustado.
Al día siguiente, cuando se despertó, al asomarse a la ventana vio un puente sobre el río. Creyó que era una ilusión, pues le seguía doliendo la cabeza. Lanzó una pelota saltarina y vio que lo traspasaba. Se acercó más y vio que le faltaba una piedra de las que componían el puente, y pensó que tal vez había metido canasta, pero quiso esperar a que le pasara el dolor de cabeza para ver si el puente era una ilusión o era realidad.
Cuando le pasó el dolor de cabeza, que fue el día siguiente, vio que el puente ya no estaba allí. Sin embargo, el puente estaba en otra parte del río, comunicando a otra aldea.
El niño, sorprendido, decidió acercarse al puente y comprobó que era el mismo que viera ayer. Esto le sorprendió aún más ¡ya que no solo había aparecido un puente de la nada sino que también podía moverse! Era por la mañana y vio un parque lleno de personas al otro lado del puente. Aún dudaba si el puente era real, pero como quería ir al parque, lo cruzó sin pensarlo, ¡y resultaba que sí, era real!
Después de pasar tres horas en el parque, cuando el niño quiso volver, el puente ya no estaba, había cambiado de sitio otra vez, y ahora estaba muy lejos. El niño estuvo esperando en esa isla a que volviera el puente, que lo hizo a las dos de la mañana. Cuando estaba cruzando el puente se paró a descansar y, del cansancio, se durmió encima de éste. Al despertarse quedó sin palabras, ¡ahora el puente cruzaba el río Nilo!
Él vivía muy lejos de ese lugar y hacía mucho calor, no sobreviviría, pensó preocupado. Decidió aprovechar que en el Nilo había agua para beberla y para comer, pensó en peces. Sobrevivió todo el día y volvió a dormir en el puente. Al despertarse apareció en Hawai.
Como el puente siempre paraba en ríos, pasó dos meses pasando de río y río hasta que, por fin, pudo volver a su casa. Sus padres se alegraron al verle volver tras tanto tiempo. El niño decidió quedarse donde estaba, porque no hay nada como estar en casa.
Autor: Z

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